La nueva estrategia de seguridad: desafío urgente para Claudia Sheinbaum. Con Omar García Harfuch a la cabeza, el plan busca reducir homicidios y extorsiones, pero enfrenta grandes desafíos. Descubre los detalles y las expectativas de esta iniciativa en nuestra columna editorial.
NUESTRA OPINIÓN
A una semana de asumir la presidencia, Claudia Sheinbaum ha decidido abordar un tema que su antecesor dejó en el olvido: la seguridad. En su primera presentación oficial, la presidenta delineó un plan que promete ser una nueva estrategia para combatir la violencia en México, con Omar García Harfuch como su principal exponente. Este plan no solo busca reducir los homicidios y la extorsión, sino también atender las causas que alimentan estos delitos.
La estrategia se basa en cuatro ejes fundamentales: atención a las causas de la violencia, consolidación de la Guardia Nacional, fortalecimiento de la inteligencia y coordinación entre niveles de gobierno. Sin embargo, a primera vista, el plan parece más una continuación de políticas anteriores que una ruptura radical con el pasado. La promesa de mejora es palpable, pero los detalles sobre cómo se implementarán estas acciones son escasos.
Uno de los grandes retos que enfrenta Sheinbaum es el legado de violencia acumulado en el país. Desde 2018 hasta 2024, casi 200,000 asesinatos han marcado la historia reciente de México. La presidenta ha señalado que se priorizarán entidades con altos índices de violencia como Guanajuato y Sinaloa, pero queda por ver si estas medidas serán suficientes para frenar el «reguero de cadáveres» que ha caracterizado a la nación.
Durante su presentación, Harfuch hizo hincapié en la necesidad de una «absoluta» coordinación entre las instituciones federales y estatales. La creación de una Subsecretaría de Investigación e Inteligencia es un paso positivo hacia un enfoque más integral en la lucha contra el crimen organizado. Sin embargo, el verdadero desafío radica en transformar esta coordinación en resultados tangibles y sostenibles.
MILITARIZACIÓN
A pesar de los esfuerzos por evitar comparaciones con la militarización del gobierno anterior, la participación activa del ejército en las operaciones de seguridad sigue siendo un tema delicado. La estrategia actual se presenta como un esfuerzo por compartir responsabilidades entre las fuerzas armadas y las policías locales, pero muchos cuestionan si esto realmente conducirá a una mejora en la seguridad pública o si perpetuará un ciclo de violencia.
La primera semana del gobierno de Sheinbaum ha estado marcada por eventos violentos que subrayan la urgencia de su plan. Desde masacres hasta asesinatos políticos, cada incidente sirve como un recordatorio escalofriante del trabajo que queda por hacer. La presión está sobre ella y su equipo para demostrar que esta nueva estrategia no será solo otra promesa vacía.
En conclusión, el reto es monumental. La sociedad mexicana ha estado expuesta a décadas de violencia sistemática y desconfianza en las instituciones. La estrategia presentada por Claudia Sheinbaum tiene el potencial para marcar un cambio significativo, pero solo el tiempo dirá si logra contener y eventualmente erradicar los males que han asolado al país. La expectativa es alta y los ciudadanos merecen respuestas efectivas a su clamor por seguridad y justicia.
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