El factor Trump y el nuevo capítulo en la relación México-Estados Unidos. ¿Cómo impactarán estas políticas en la relación bilateral?
NUESTRA OPINIÓN
La inminente llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos marca el inicio de una etapa que promete redefinir las dinámicas entre ambos países. Con un discurso cargado de amenazas y mano dura, el republicano regresa a la Casa Blanca con una agenda que prioriza dos temas sensibles: migración y narcotráfico. Aunque sus promesas de campaña suelen estar plagadas de retórica, el impacto de sus políticas podría ser tangible y profundo para México.
Desde su promesa de declarar a los cárteles como organizaciones terroristas hasta la amenaza de realizar deportaciones masivas, Trump ha construido una narrativa que busca proyectar fuerza y control. Su estrategia, como bien señala el internacionalista Mauricio Meschoulam, no se basa en soluciones reales, sino en el espectáculo mediático. Lo que importa no es la efectividad, sino la percepción de que está dispuesto a «morirse en la raya» para cumplir sus promesas.
PRESIÓN SIN PRECEDENTES
En este contexto, México enfrenta una presión sin precedentes. Por un lado, el Gobierno de Claudia Sheinbaum parece anticiparse a las exigencias del próximo presidente estadounidense. Con operativos espectaculares como el mayor decomiso de fentanilo en la historia y el despliegue de Omar García Harfuch en Sinaloa, se busca demostrar diligencia y cooperación en la lucha contra el crimen organizado. Sin embargo, esta estrategia de “curarse en salud” podría sacrificar un enfoque más profundo en las causas estructurales de la violencia.
Por otro lado, los cárteles también adaptan sus tácticas ante el endurecimiento de las políticas migratorias y los posibles operativos de alto impacto. Mientras grupos como el Cártel de Sinaloa lidian con conflictos internos, otros actores del crimen organizado podrían encontrar oportunidades en las nuevas restricciones fronterizas, incrementando sus actividades de tráfico de personas y ampliando su influencia en un contexto de vulnerabilidad social.
HIJOS DEL ‘CHAPO’
El factor Trump, además, tiene implicaciones legales y diplomáticas. Las negociaciones judiciales de los hijos del Chapo, Joaquín y Ovidio Guzmán, podrían sufrir cambios significativos bajo una nueva administración que priorice golpes simbólicos sobre acuerdos legales. Asimismo, el nombramiento de figuras de línea dura como Ron Johnson, un ex boina verde, refuerza la intención de Trump de imponer su visión mediante amenazas y presión constante.
La relación bilateral enfrenta un desafío monumental. Con una política que combina amenazas arancelarias, retórica xenófoba y un enfoque mediático en la lucha contra el narcotráfico, México no solo debe resistir la presión, sino también encontrar una estrategia que privilegie soluciones a largo plazo. En este ajedrez geopolítico, la prudencia y la diplomacia serán clave para evitar que las acciones impulsivas de una de las partes desencadenen consecuencias irreparables en ambos lados de la frontera.
La llegada de Trump no es solo el inicio de una nueva administración en Estados Unidos, sino de un espectáculo político que mantiene a millones de personas en vilo. México, una vez más, se encuentra en el centro de esta narrativa.
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