Otra decepción mexicana en el fútbol se vivió el pasado fin de semana, cuando los seleccionados nacionales no pudieron contra un equipo plagado de suplentes.
Una tras otra
El equipo tricolor sigue causando el enojo y frustración de la afición que los apoya, que desde casa o asistiendo al estadio, trata de mantenerse firme en un proyecto que va en caída libre.
Y es que con el boleto al mundial del año 2026 asegurado, los jugadores sólo deben preocuparse de no lastimarse o principalmente, seguir en las convocatorias, aunque si te llamas Guillermo Ochoa, eso es lo de menos, sabes que vas al mundial porque esas manos y esos rizos valen muchos patrocinios.
El no poder ganarle a un equipo decadente como el Valencia FC de España, que merece el respeto de haber venido hasta México y con jovencitos darle guerra y empatar a una selección mexicana, es algo lamentable en toda la extensión de la palabra.
Basta con ver la dificultad que los delanteros y mediocampistas tenían para llegar al área y además dar mérito al arquero rival, que contuvo los ataques de los elegidos por Javier Aguirre, quien vive su tercer proceso mundialista.
Promociones para llenar el estadio
Para la entrada en el Estadio Cuauhtémoc de Puebla, la Federación se vio desesperada al querer llenar el histórico recinto, casa de la Franja, esto porque se hicieron promociones de todo tipo, desde tickets al 3×1, hasta permitir la entrada gratuita a quien conservará un boleto del último encuentro que la selección disputó en Puebla, algo verdaderamente ridículo, porque dicho partido sucedió hace nada más y nada menos que 17 años atrás.
Al final la Federación bailó de alegría, cerca de 40 mil almas acudieron al Cuauhtémoc, lugar que puede albergar a 47 mil espectadores, viendo favorable el porcentaje de ganancia monetaria.
La realidad es que no sabemos en qué va terminar está tragedia, está crónica de una muerte anunciada, ésta decadencia del fútbol nacional que claramente ha llegado al panorama de nivel selección, donde los jugadores ya no portan la camiseta con valor, ni la defienden con gallardía o la luchan con honor, llegó la era donde un jugador de fútbol entra al terreno profesional y sólo quiere asegurar a su descendencia con los millones que va ganar, pero que nunca, ni loco, va desquitar.
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