Lluvias, muertos y promesas: ¿quién realmente rinde cuentas? Claudia Sheinbaum enfrenta su primera prueba real. La sociedad exige claridad, responsabilidad y participación efectiva ante la tragedia.
NUESTRA OPINIÓN
Las lluvias de los últimos días en Veracruz, Puebla, Querétaro, Hidalgo y San Luis Potosí dejaron 66 muertos, miles de familias damnificadas y pérdidas incalculables. Ante esto, la presidencia de Claudia Sheinbaum enfrenta una pregunta que no admite gestos ni fotos: ¿quién se hace responsable realmente de esta catástrofe?
El viaje de la presidenta a las zonas afectadas, aplaudido por algunos, no puede sustituir la rendición de cuentas sobre lo que falló. Estar con las víctimas es lo mínimo que se espera de un mandatario; lo verdaderamente crucial es que los gobiernos federal, estatales y municipales sean examinados por sus acciones y omisiones, y que no se pretenda monopolizar la versión oficial ni la ayuda humanitaria.
La primera señal preocupante de este gobierno es la tendencia a exculpar de antemano a todas las autoridades, evitando que la sociedad participe de manera activa en el rescate y distribución de recursos. Esta actitud recuerda peligrosamente los errores históricos de 1985: cuando el gobierno quiso “hacerlo todo”, la sociedad terminó salvando lo que pudo. El monopolio de la ayuda y la narrativa oficial no puede repetirse.
No es menor que la presidenta, experta científica según su propio relato, haya dicho que “no había manera de prever lo ocurrido”. Esa afirmación suena a excusa anticipada y contradice cualquier estándar de prevención y gestión de riesgos. La ciudadanía tiene derecho a exigir informes claros, responsabilidades y acciones correctivas, sin que se interprete como confrontación política.
La tragedia no es solo la fuerza de la naturaleza: son las consecuencias amplificadas por la falta de preparación, coordinación y transparencia de quienes gobiernan. La historia nos muestra que los errores no corregidos se repiten, y que quienes actúan tarde o mal deben responder ante la sociedad, no solo ante el propio partido.
Si Claudia Sheinbaum realmente quiere marcar la diferencia, su presencia física debe acompañarse de un informe público, sin filtros ni monopolios, donde se detallen errores, omisiones y medidas para que esto no vuelva a suceder. No basta con la foto; la ciudadanía exige acción, claridad y responsabilidad política.
La prueba real del gobierno federal ante desastres naturales está apenas comenzando. Y será recordada no por la empatía mostrada en el terreno, sino por la transparencia y justicia frente a quienes sufrieron pérdidas irreparables.






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