- Células madre: esperanza para pacientes con párkinson.
- Estos avances abren una prometedora vía terapéutica.
- Redujeron síntomas sin efectos graves.
Dos ensayos clínicos realizados en Japón, Estados Unidos y Canadá han marcado un importante avance en el tratamiento del párkinson, demostrando que los trasplantes de células madre en el cerebro son seguros y no provocan efectos secundarios graves. Aunque todavía en fase experimental, los estudios muestran señales alentadoras que abren una puerta a nuevas terapias contra esta enfermedad neurológica.
El párkinson, segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después del alzhéimer, afecta a unos 10 millones de personas en todo el mundo, incluyendo 150,000 casos en España. Es una dolencia que, aunque asociada a personas mayores, también puede manifestarse antes de los 50 años.
Células madre contra la pérdida de dopamina
El origen de la enfermedad está en la muerte de neuronas productoras de dopamina, un neurotransmisor clave en el control del movimiento. Desde los años 60 se utiliza levodopa para tratar los síntomas, pero con el paso del tiempo, su efectividad disminuye debido a la progresiva pérdida neuronal.
En los años 80 se intentó trasplantar neuronas tomadas de fetos humanos, pero las dificultades éticas y logísticas frenaron esta vía. Hoy, la ciencia retoma ese camino gracias a las células madre.
En el primer ensayo, realizado en Japón, se utilizaron células madre reprogramadas a partir de sangre adulta para crear nuevas neuronas productoras de dopamina, implantadas en el cerebro de siete pacientes. El resultado: las células trasplantadas comenzaron a generar dopamina sin provocar tumores.
En Norteamérica, otro estudio trató a 12 pacientes con bemdaneprocel, un fármaco experimental elaborado a partir de células madre embrionarias. También aquí las neuronas implantadas sobrevivieron y no causaron efectos indeseados.
Reducción de síntomas y próximos pasos
Aunque el principal objetivo era verificar la seguridad del procedimiento, ambos ensayos detectaron una reducción significativa de los movimientos involuntarios, uno de los síntomas más incapacitantes de la enfermedad. En el estudio americano, esta mejoría alcanzó el 50% tras 18 meses.
El neurocirujano Andrés Lozano, coautor del ensayo americano, destaca que este tratamiento no es una cura definitiva, pero podría mejorar la calidad de vida de los pacientes al reponer neuronas perdidas y restaurar circuitos cerebrales dañados.
Futuro prometedor, pero con cautela
A pesar de los resultados alentadores, ambos ensayos cuentan con limitaciones: el número de pacientes es reducido y los estudios no fueron a ciegas, lo que deja espacio a un posible efecto placebo. Por ello, los especialistas coinciden en que es necesario realizar estudios más amplios, con grupos de control, para comprobar su verdadera eficacia.
De lograrse, estas terapias podrían aplicarse no solo al párkinson, sino también a otras enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer o la enfermedad de Huntington.
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