En el país se estima que hay 2.3 millones de empleadas domésticas, de las cuales 9 de cada 10 son mujeres, solo 3 por ciento tiene acceso a servicios de salud y hasta 40 por ciento perciben apenas un salario mínimo al mes

En México las empleadas domésticas remuneradas representan 10 por ciento de la fuerza laboral femenina, señaló Mónica Orozco, investigadora asociada del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

En la víspera de Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, la también directora de la asociación Genders destacó que este sector continúa percibiendo salarios muy bajos y la mayoría carece de seguridad social.

razón por la cual, aunque ellas brindan cuidados a otros, no tienen oportunidad de cuidar de sus hijos o tenerlos en lugares que brinden esos servicios.

“Están sumamente precarizadas, tradicionalmente no han tenido acceso a la seguridad social. Tienen vulnerados sus derechos laborales, y además son trabajadoras con salarios muy bajos, cuyos ingresos –en ausencia de una política de Estado que les provea de servicios públicos gratuitos– no les permiten pagar por atención médica.”

Según la OIT, “sus ingresos son iguales o inferiores a 50 por ciento del promedio de todas las personas ocupadas”.

Asimismo, más de 77.5 por ciento de las mujeres empleadas en el sector del trabajo doméstico lo hacen en condiciones de informalidad.

En el seminario Niñas, niños y adolescentes: un acercamiento a las problemáticas que limitan el ejercicio de sus derechos y su desarrollo integral, organizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.

Orozco expuso que “muchas de ellas son migrantes de los estados del sur, y su trabajo permite que todas nosotras, y ustedes hombres, podamos estar realizando nuestras actividades laborales”.

Recordó las reformas que se han realizado en materia de seguridad social para este sector y dijo que “es indispensable monitorear ese indicador de cobertura.

Porque forma parte de los que muestran la carencia multidimensional de la pobreza y valdría mucho la pena que este camino avanzado pudiera medirse; dar seguimiento para ver cómo los derechos de papel se van traduciendo en la práctica en derechos efectivos”.