En 1984, una conversación entre Felipe González y Javier Solana marcó el inicio de un hito cultural en España: la restauración de Las Meninas. Con el permiso concedido, John Brealy, un especialista británico, designado para liderar esta tarea histórica, desatando debates sobre la elección de un no español para el trabajo.
Durante casi tres semanas, Brealy trabajó en solitario en una sala cerrada del Museo del Prado, despojando la obra del barniz amarillento que había oscurecido con el tiempo. La delicada labor requería herramientas especializadas y una meticulosa atención, especialmente en una obra de más de tres metros de altura.
Mientras Brealy se dedicaba a su tarea, surgían controversias en torno a su nacionalidad y métodos de restauración. Algunos cuestionaban por qué un extranjero estaba a cargo de un ícono español, mientras que otros expresaban preocupaciones sobre los procedimientos utilizados en la restauración.
A pesar de las críticas, Brealy optó por un enfoque de limpieza general, sin dividir la obra por secciones, un método que influiría en las futuras restauraciones del Prado. El resultado, un cuadro revitalizado, con detalles previamente oscurecidos ahora visibles gracias al meticuloso trabajo del restaurador.
Antes de finalizar la restauración, Brealy hizo un gesto simbólico al permitir que jóvenes restauradores del Prado participaran en el proceso final de reintegración. Este acto no solo reconoció el talento local, sino que también simbolizó la colaboración internacional en la preservación del patrimonio cultural.
Gracias a esta restauración, los espectadores pueden apreciar nuevamente la profundidad y la maestría de Velázquez en el manejo de la luz en Las Meninas. Además, el apoyo financiero de Plácido Arango fue fundamental para hacer realidad esta labor, demostrando el compromiso de la sociedad en la preservación del arte.
La restauración, que tuvo un costo de 5.400 dólares, financiada gracias a una generosa donación de Hilly Mendelssohn, sin implicar costos para el Estado. Este episodio no solo revitalizó una obra maestra, sino que también generó debates sobre la preservación del patrimonio cultural y el papel de la colaboración internacional en este proceso.
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