El plasma frío, un estado excitado de gas, ha emergido como un cuarto estado de la materia, añadiendo a los tradicionales sólido, líquido y gaseoso. Aprovechando sus propiedades únicas, esta forma de plasma se está investigando intensamente en el ámbito médico para tratar heridas y tumores.
Históricamente, el plasma frío se utilizaba en la fabricación de dispositivos electrónicos, como pantallas de televisores y lámparas fluorescentes, y en fenómenos naturales como el Sol y las auroras boreales. Sin embargo, recientemente, los avances tecnológicos han permitido la generación controlada de plasma frío en dispositivos pequeños que pueden operar a presión y temperatura ambiente.
En el campo médico, el plasma frío ofrece aplicaciones prometedoras en la regeneración de tejidos y el tratamiento de tumores.
Sus propiedades activas, incluidas las especies reactivas de oxígeno y nitrógeno, han demostrado ser efectivas para estimular la regeneración de tejidos sanos en heridas, así como para atacar bacterias en heridas crónicas como úlceras diabéticas.
En el caso de los tumores, el plasma frío se aplica en dosis más altas para atacar selectivamente las células cancerígenas. Dado que las células cancerosas tienen un metabolismo más alto y contienen más especies reactivas, son más susceptibles al estrés oxidativo inducido por el plasma frío. Esto puede llevar a la muerte celular en las células cancerosas mientras que las células sanas sobreviven.
Investigadores de todo el mundo están explorando la terapia con plasma frío en el tratamiento de tumores, con varios estudios clínicos en marcha.
La tecnología muestra un potencial emocionante para abordar enfermedades y trastornos de manera innovadora y menos invasiva.
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