Sobre el consumismo recreativo

por | 01/07/2024

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Explora reflexiones profundas sobre el consumo recreativo y su impacto en nuestra sociedad. Daniel Maldonado cuestiona el consumo impulsivo y su relación con la identidad y el bienestar personal en la era del capitalismo tardío. Descubre cómo el exceso de productos y la sobreproducción afectan nuestro mundo.

EL HACHA EN LA RAÍZ

¿Compra usted por gusto o por necesidad? ¿Cuándo está en un bajón emocional, tras una discusión, al padecer mucho estrés o sólo por pasear suele ir al supermercado, al mol, a la fayuca, a cualquier sitio de ventas para despejarse entre los productos posibles y disfrutar la añoranza, atestiguar el asombro por la existencia de las mercancías aunque termine sólo comprándose unos taquitos, cualquier chuchuluco o ese objeto inocuo en liquidación que era una ganga-noseaceptandevoluciones?

¿Da su economía para bienes suntuarios o vive con base en el crédito, esa esclavitud sutil y cuasi-eterna que es la deuda? ¿Consume los productos con base en su marca o en su utilidad, en la calidad genérica e intercambiable en el presunto estatus benefactor de su personalidad suya de usted, apapachado por la identidad que le provee saberse poseedor-consumidor de tal o cual objeto dizque exclusivo, con tal o cual logotipo, así resulte la producción de ello sostenida en el trabajo esclavo nacional e internacional? 

¿Ha encontrado la dicha durante horas explorando catálogos, páginas de ventas, sitios de comercios, promociones, publicidades y aplicaciones bañando sus neuronas en la constante dopamina del carrete novedoso, el sellito de oferta y la promoción “compre ya que se acaba (sólo nos quedan cien mil unidades)”? ¿Come por ocio, antojo, ansiedad o para llenar huecos no de hambre sino de tiempo muerto y emociones incontrolables no terapeadas? Si todo lo anterior es correcto es usted un sano ejemplar (¿una sana ejemplara?) de nuestra época híper-consumista y de lo que llaman el capitalismo tardío. 

SOBREPRODUCCIÓN

​Porque si bien la dinámica de la economía “sana” se sustenta en el consumo y la sobreproducción, por mucho que nuestro sistema esté enfocándose en la especulación, el acaparamiento y el mercado financiero global; la adquisición y producción de bienes sigue siendo el gran motor de la globalización económica con los resultados dañinos ejemplificados en otro momento: kilómetros de desierto inundados por prendas fast-fashion (moda desechable de calidad ínfima producida masivamente) nuevas con la etiqueta aún puesta, tiraderos de producción agrícola en los que se prefiere el desperdicio del producto antes de aceptar un precio que haga inviable el dividendo, anaqueles llenos cuyo final será el banco de alimentos o la basura (el dato es cruel: 30% de los alimentos del mundo ocupan los basurales mientras millones de personas sufren hambre, en comparación la epidemia de obesidad llega a ese mismo 30% o más en ee.uu.). 

Sin olvidar la obsolescencia programada, las actualizaciones de los modelos aún funcionales convertidos en inútiles o desechables; la venta de vehículos, electrodomésticos y otros productos con fallas en sus motores, partes, aditamentos a pesar de haber pasado por supuestas pruebas de calidad (un vistazo a los blogs acerca de automotores otorga una decepcionante visión de la realidad en la adquisición de vehículos). 

OUTLETS

¿Además se ha preguntado usted cuál es el destino de todos esos productos, los anaqueles repletos, todos esos materiales y productos y objetos? Porque yo soy un cazador de liquidaciones, ofertas del momento y productos con una supuesta caducidad cercana, y conocemos las tiendas de outlets de mercancía para el hogar, muebles, ropa, etcétera. ¿Pero hay algún modo de dejar de consumir objetos innecesarios?, ¿Cómo limitar el impulso de compra, los carritos llenos en las aplicaciones, el antojo, la sobresaturación y el acumulamiento, ese hormigueo en el bolsillo cuando un dinero extra o el habitual estipendio cae en nuestras manos o en la virtualidad bancaria? 

RECICLAJE

Hace poco pasé por un negocio de reciclaje y no pude sino asombrarme por la cantidad de objetos amontonados: lo mismo me pasa en los yonques de autos, los lugares de reparación, todo sitio donde se acumulan millares de desperdicios. Incluso con la sola vista de la basura esperando a los recogedores pienso en la industria detrás de dicho consumo: una galleta no es ya portadora de un solo envoltorio, viene en un recipiente individual que está envuelto en un plástico que a su vez se guarda en una caja envuelta con otra película plástica. Y esa galleta repleta de químicos podríamos cocinarla en casa con ingredientes más saludables. 

Muchas son las producciones audiovisuales que hablan acerca del comercio, la publicidad, los móviles psicológicos de la mercadotecnia. Baste recomendar El siglo del individualismo o el espacio de Neus Díez en yutub, el documental Consume hasta morir y la carretada de producciones acerca de la ecología y la industria de los alimentos: CowspiracyRottenWhat the healt, y otros más en netflix.

CAPITALISMO

Conocer tales temas y reflexionar acerca del consumo y sus consecuencias nos hace volver a la máxima triste: “es más fácil pensar en el fin del mundo que en el fin del capitalismo”. Pero como no podemos quedarnos con la visión pesimista, el sálvese quien pueda o el goce estético de la autodestrucción, quizás sea necesario proponer el retorno a una paulatina autoproducción y a una visión desapegada de los bienes y de los objetos: Redes de intercambio y propiedad colectiva, huertos urbanos o caseros, el aprendizaje de la producción de alimentos, conservas y fermentos; la reforestación con especies locales y comestibles; el aprendizaje de la herbolaria, la construcción de vivienda ecológica adecuada a cada tipo de clima, y sobre todo la conciencia acerca de la adicción a la vida postmoderna y al consumo gozoso. 

Y si bien nos encontramos en tiempos cínicos en los que somos conscientes, como Cypher en The Matrix, de que lo procurado es una ilusión o nos daña o causa daño y aun así lo preferimos por disfrute; quizás sea tiempo de retomar un goce consciente ajeno a la sobresaturación y al carácter estridente que llena las carencias de nuestro ser. 

CONSUMIR POR CONSUMIR

Quizás todo comience en pensar si consumimos, como inicié el texto, por consumir, por llenar vacíos, por intentar obtener valor personal a partir de la posesión de objetos, de la presunción de un nivel de consumo o si en verdad somos capaces de ver los objetos como son: cosas, no fantasmagorías rellenando móviles existenciales cuya solución está más allá de este mundo material. 

Quizás sea momento de comenzar a hacernos las preguntas pertinentes sobre nuestra relación con los objetos, su uso, su valor, su acumulación y la profundidad de una supuesta posesión enganchada al impulso. Respiremos profundo y confesémoslo: lo queremos pero no lo necesitamos, la posesión no servirá más que para una satisfacción pasajera. ¿Qué hay en lo profundo del deseo de tener?, ¿Queremos disfrutar la dicha de saber y hacer o meramente poseer?, ¿Tener o ser?

​Contacto, funas y demás: sercianasercia@gmail.com

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