Poder absoluto: la nueva Corte del acordeón y el fin de los contrapesos. La elección judicial deja a Morena con los nueve ministros de la Corte y los principales tribunales. Una participación de solo 13 % y el reparto de “acordeones” cuestionan la legitimidad de un Poder Judicial ahora alineado con el Gobierno.
Nuestra Opinión
El primer experimento mundial para elegir a todos los jueces en las urnas ha terminado como temían los escépticos: los nueve nuevos ministros de la Suprema Corte, los cinco integrantes del Tribunal de Disciplina y los dos magistrados que faltaban en el Tribunal Electoral son, línea por línea, los nombres impresos en los “acordeones” que Morena repartió sin pudor el 1 de junio. Resultado: el partido de Gobierno controla ya, de facto, los tres Poderes de la Unión.
La democracia del acordeón
• Participación ínfima. Apenas 13 millones de votantes (13 % del padrón) avalaron una reforma vendida como “triunfo ciudadano”.
• Desinformación masiva. A 48 horas de la votación, el 70 % de los mexicanos confesaba no conocer a un solo candidato.
• Operación política. Con campañas virtualmente inexistentes, los electores recibieron “chuletas” partidistas para llenar la boleta. El INE lo llamó “vergüenza democrática”; Morena, “organización”.
Corte a la medida
Los nueve más votados —todos sugeridos por el comité nombrado por la propia Presidencia— incluyen figuras cercanas a López Obrador y Sheinbaum, como Lenia Batres, Yasmín Esquivel o Estela Ríos. La joya simbólica: Hugo Aguilar, primer presidente indígena de la Corte desde Benito Juárez; elección histórica, pero empujada con las mismas prácticas clientelares que el nuevo sistema decía combatir.
Un Tribunal de Disciplina disciplinado
La instancia que debería vigilar a los jueces queda en manos de perfiles igualmente afines, entre ellos Celia Maya y Bernardo Bátiz, ambos reciclados tras terminar su mandato como consejeros. Morena no solo cambió las reglas, también eligió a los árbitros.
El peligro de un poder sin frenos
Con Ejecutivo, Legislativo y ahora Judicial alineados, México estrena un mapa institucional sin contrapesos reales. El argumento de “limpiar” un Poder Judicial corrupto ha derivado en otro riesgo: sustituir el monopolio corporativo por uno partidista. Las alarmas no llegan solo de la oposición: la misión de la OEA calificó el proceso como uno de los más débiles en participación y transparencia de la región y aconseja no exportar el modelo a otros países.
¿Y ahora qué?
Queda pendiente el escrutinio de cientos de magistrados y jueces de circuito y distrito, así como de los tribunales locales. Pero el mensaje ya está escrito: la reforma judicial de Morena se aprobó para erradicar la corrupción; su estreno confirma la concentración de poder. Si los nuevos jueces actúan con independencia será, irónicamente, a pesar del proceso que los llevó a sus cargos.
Sheinbaum gana una Corte a modo, pero hereda también la responsabilidad íntegra de sus fallos. Cuando todas las llaves del poder están en un solo bolsillo, no hay excusas: el éxito o el desastre serán completamente propios.
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