- Harris deberá certificar victoria de Trump el 6 de enero.
- Se verá en la posición de validar la victoria de su rival político.
- La certificación ocurrirá en medio de tensiones políticas que han resurgido a lo largo de la campaña de Trump.
El próximo 6 de enero, justo en el cuarto aniversario del asalto al Capitolio, la vicepresidenta Kamala Harris enfrentará un momento histórico y, sin duda, difícil: certificar la victoria de Donald Trump como nuevo presidente de Estados Unidos.
Según el Código Estadounidense, el vicepresidente debe presidir la sesión en el Congreso en la que se formaliza la elección presidencial, un protocolo que convierte a Harris en protagonista de una transición de poder compleja y cargada de simbolismo, debido al papel de Trump en los eventos de 2021.
La paradoja de la certificación
Harris, como entonces lo fue Mike Pence, se verá en la posición de validar la victoria de su rival político, en un contexto similar al que enfrentaron otros vicepresidentes como Al Gore en 2000 y Richard Nixon en 1961. Sin embargo, en esta ocasión, la fecha coincide con el aniversario del ataque que intentó detener la certificación de Joe Biden, lo que otorga a la ceremonia una carga emocional adicional para quienes vivieron ese día de violencia.
La certificación ocurrirá en medio de tensiones políticas que han resurgido a lo largo de la campaña de Trump, marcada por referencias al 6 de enero. La reciente victoria del expresidente se produce en un clima polarizado en el que muchos políticos demócratas, incluido el líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, han continuado cuestionando su idoneidad para el cargo, apoyando intentos legales para su inhabilitación.
Miradas puestas en Mitch McConnell
Otro líder clave en esta transición es Mitch McConnell, jefe de la minoría republicana en el Senado. Tras el ataque de 2021, McConnell no dudó en señalar a Trump como responsable de instigar la insurrección, aunque finalmente votó en contra de su inhabilitación. Ahora, a pesar de sus críticas pasadas, ha definido la victoria de Trump como “un día feliz para el Partido Republicano”, subrayando el pragmatismo político en un contexto de lealtades divididas dentro del partido.
La sesión del 6 de enero de 2025 marcará el inicio de una transición complicada, en la que los recuerdos del asalto y las promesas de pacificar el proceso serán puestos a prueba. El papel de Harris en este proceso, simboliza un desafío de profundo impacto en el futuro político de Estados Unidos y en la memoria reciente de su democracia.
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