- El príncipe Enrique reabre su batalla con la Corona y el Gobierno británico por su seguridad.
- Acusa al Gobierno británico y al palacio de Buckingham de orquestar un complot para negarle protección.
- Pide reconciliación familiar, pero critica al establishment por un supuesto complot.
El viernes, mientras Inglaterra despertaba con el avance del populismo de derechas tras la contundente victoria de Reform UK en las municipales, otra noticia sacudía a la opinión pública: el príncipe Enrique concedía una entrevista exclusiva a la BBC desde su residencia en Montecito, California.
En ella, el duque de Sussex confesó que lleva tiempo sin hablar con su padre, el rey Carlos III, debido a la disputa legal por la negativa del Gobierno británico a garantizarle seguridad cuando visita su país natal. “No quiero seguir peleando con un padre al que no sé cuánto le queda”, declaró con gesto sobrio. También expresó su deseo de reconciliarse con la familia real y regresar con normalidad al Reino Unido.
Aunque algunos interpretaron sus palabras como el reflejo de un hombre abatido, la mayoría lo vio como otro episodio calculado de una batalla mediática que lleva cinco años alimentando a los tabloides británicos.
La entrevista se emitió apenas unas horas después de que el Tribunal de Apelaciones rechazara definitivamente su recurso legal. El príncipe calificó el fallo como devastador y arremetió contra el “complot del establishment”, acusando al entorno del antiguo Gobierno conservador y a Buckingham de actuar en su contra. “Nunca pedí a mi padre que interviniera, solo que se mantuviera al margen y dejara trabajar a los expertos”, señaló.
El palacio respondió con frialdad: “Estos asuntos han sido examinados repetidamente por los tribunales, que siempre han llegado a la misma conclusión”. La casa real también aclaró que su intervención en el comité RAVEC fue meramente técnica.
Sin embargo, Enrique no se dio por vencido. Reveló haber llamado personalmente al primer ministro Keir Starmer y a la ministra del Interior, Yvette Cooper, solicitando una revisión del caso. Tras la entrevista, emitió un comunicado anunciando que escribiría de nuevo al Gobierno para pedir una revisión completa del proceso.
La maniobra fue interpretada como una estrategia emocional para recuperar apoyo público, justo cuando Starmer enfrenta su propia batalla política frente al avance del partido de Nigel Farage. Críticos del duque lo acusan de poner sus problemas personales por encima de los intereses nacionales, pese a proclamarse un patriota.
“Me encantaría reconciliarme con mi familia. La vida es demasiado preciosa”, concluyó Enrique, dejando una mezcla de compasión, escepticismo y polémica que mantiene en vilo al Reino Unido.
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