• Ecos trumpistas avivan discursos tras protestas contra Sheinbaum.
• Figuras del universo MAGA usan las protestas en México para impulsar narrativas de “narcoterrorismo”.
• Sheinbaum y el Departamento de Estado lo rechazan, pero la base republicana aplaude la idea.

Las protestas sin un liderazgo definido contra el Gobierno de Claudia Sheinbaum, registradas el sábado en Ciudad de México y convocadas nuevamente para este jueves, han sido capitalizadas por diversos actores políticos, especialmente del ecosistema trumpista en Estados Unidos. Figuras como Steve Bannon y Alex Jones retomaron las movilizaciones para advertir sobre la supuesta transformación de México en “un Estado narcoterrorista”, narrativas que alimentan el clima intervencionista que crece entre los votantes del expresidente Donald Trump.

En un momento en el que Estados Unidos presume haber destruido más de 20 “narcolanchas” en aguas del Caribe y el Pacífico —acciones que han dejado al menos 80 ejecuciones extrajudiciales—, Bannon y Jones presentan a México como el siguiente objetivo militar. Trump no dejó espacio para la ambigüedad: “¿Ataques en México para detener drogas? Está bien por mí”, dijo desde la Casa Blanca, asegurando que haría “lo que sea necesario” para frenar el tráfico de fentanilo.

Sheinbaum rechazó tajantemente cualquier incursión militar en México, mientras que el secretario de Estado, Marco Rubio, descartó acciones unilaterales. Pero las declaraciones no han frenado los tambores de guerra dentro de la base electoral republicana, donde algunos congresistas —como Dan Crenshaw— han insistido por años en autorizar ataques directos contra los cárteles.

En el universo MAGA, los relatos han sido funcionales. Jones presentó las protestas en México como una “revolución” nacional con millones de personas en las calles, pese a que la cifra oficial fue de 17,000 asistentes. Según su versión, la intervención estadounidense garantizaría un gobierno “aliado a Trump”.
Bannon, por su parte, situó el descontento en un marco más amplio: el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, el desgaste por la violencia en varios estados y las tensiones internas en Morena. Desde su óptica, la supuesta expansión del “narcoterrorismo” justificaría que Estados Unidos actúe para “descabezar al gobierno de Sheinbaum”.

La narrativa choca con los hechos. Sheinbaum mantiene una aprobación cercana al 80% y no enfrenta un riesgo político existencial. Aunque la inseguridad y casos como el asesinato de Manzo sí influyen en la percepción pública, no existe evidencia de un colapso institucional. En contraste, la cooperación bilateral en seguridad se ha fortalecido este año, incluso cuando Trump asegura que “no está contento con México”.

El clima interno en Estados Unidos también juega un papel clave. Con la revelación inminente de documentos relacionados con el caso Epstein y las fracturas dentro del Partido Republicano, una acción militar en México —ampliamente apoyada por votantes conservadores— podría funcionar como una distracción política rentable. Una encuesta de Reuters de 2023 reveló que el 64% de los republicanos apoyaba enviar tropas al país para combatir cárteles, cifra que podría ser mayor hoy.

Aunque Trump no ha acusado directamente a Sheinbaum de tener vínculos con el narcotráfico, como sí lo ha hecho con líderes de Venezuela y Colombia, sus recientes declaraciones parecen allanar el terreno para una retórica intervencionista más agresiva. “Conocemos las casas de los narcotraficantes. Están matando a nuestra gente. ¿Si lo haría? Estaría orgulloso”, dijo.
El escenario discursivo está listo; el cálculo político, no tanto.