- El caso Marilyn Cote: “Me dijo que me suicidaría si rechazaba su medicación”.
- Alitzel García y Regina son dos jóvenes que, en búsqueda de ayuda para sus problemas emocionales, encontraron el perfil de Cote.
- El consultorio de Cote estaba ubicado en una zona discreta del centro de Puebla.
En redes sociales, Marilyn Cote se ha vuelto un personaje popular, conocida por videos y montajes en los que aparece hablando idiomas inventados o posando como agente del FBI y taekwondista. Sin embargo, detrás de las bromas hay una historia preocupante. Esta abogada, quien se hacía pasar por psiquiatra en Puebla, llegó a recetar medicamentos a pacientes vulnerables, algunos de los cuales enfrentaron serias consecuencias al confiar en sus diagnósticos falsos.
Alitzel García y Regina son dos jóvenes que, en búsqueda de ayuda para sus problemas emocionales, encontraron el perfil de Cote en la popular plataforma Doctoralia. Atraídas por sus buenas reseñas y su aparente experiencia, ambas acudieron a su consultorio en Puebla. En el caso de Alitzel, de 26 años, quien sufría de insomnio y tristeza profunda, Cote le diagnosticó un “trastorno de personalidad narcisista” y le recetó antidepresivos y antipsicóticos. Por su parte, Regina, de 19 años, recibió un diagnóstico de esquizofrenia tras solo cuatro sesiones, a pesar de no haber experimentado síntomas psicóticos previos.
El consultorio de Cote estaba ubicado en una zona discreta del centro de Puebla, donde recibía a sus pacientes en una oficina decorada modestamente y con un estetoscopio en el cuello. Sus pacientes la describen como una persona segura de sí misma y “amable”, que generaba confianza con facilidad. Sin embargo, sus diagnósticos y métodos no tardaron en levantar dudas. Regina, por ejemplo, recibió una combinación de antidepresivos y antipsicóticos sin ningún respaldo psiquiátrico, y fue presionada a medicarse con el argumento de que su condición podía empeorar de forma irreversible.
Las sesiones de Cote variaban en duración, y en cada una de ellas insistía en su experiencia y “autoridad” en el campo de la salud mental. Llegó a sugerir que trabajaba con la Fiscalía y que tenía contactos influyentes, lo que disuadió a algunas pacientes de buscar una segunda opinión o denunciarla.
PROFUNDAS SECUELAS
La experiencia de estas jóvenes en manos de una falsa especialista dejó profundas secuelas. Alitzel sufrió efectos secundarios severos por los medicamentos, y finalmente abandonó el tratamiento tras casi ocho meses de consultas. Regina, en cambio, decidió no tomar los medicamentos y buscó la opinión de un psiquiatra real, quien no encontró fundamentos para el diagnóstico de esquizofrenia. Ambas se enfrentaron a un sistema que inicialmente no dio seguimiento a sus denuncias, lo que permitió que Cote siguiera atendiendo a otros pacientes.
Hoy, con el consultorio clausurado y una investigación en curso, las historias de Alitzel y Regina sirven como advertencia sobre los riesgos de confiar en profesionales no calificados. Además, revelan la necesidad de una mayor regulación y vigilancia en plataformas de reseñas médicas, que permiten que personas como Marilyn Cote usurpen funciones sin supervisión.
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