- Jorge Romero asume la dirigencia del PAN.
- La contienda interna fue un reflejo de la fragmentación dentro del partido.
- En cuanto a la coalición con el PRI, Romero ha dejado abierta la posibilidad de «pausar» el acuerdo.
La reciente elección de Jorge Romero como presidente nacional del Partido Acción Nacional (PAN) marca un punto de inflexión para la oposición en México. Tras la derrota en las presidenciales de junio y una alianza cuestionada con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Romero llega con la misión de redefinir el papel del PAN en el contexto político actual dominado por Morena, que ostenta una fuerte hegemonía en las principales instancias de poder del país.
La contienda interna fue un reflejo de la fragmentación dentro del partido: mientras Romero obtuvo un amplio respaldo con casi el 80% de los votos, su única rival, Adriana Dávila, expresó dudas sobre la legitimidad del proceso y criticó la alianza con el PRI, a la que responsabilizó de los recientes fracasos electorales.
Romero, quien asumirá la dirigencia en un entorno de desafíos significativos, enfatizó la necesidad de construir un PAN más fuerte y adaptado a los «nuevos tiempos». En sus primeras declaraciones, el exdiputado ha señalado su compromiso de defender los contrapesos institucionales y los órganos autónomos, con un enfoque en ser una “oposición responsable” que evite enfrentamientos innecesarios con Morena. Sin embargo, al no tener el bloque oficialista la necesidad de negociar en el Congreso debido a su supermayoría, el PAN, junto con el PRI y Movimiento Ciudadano, podría enfrentar un papel limitado en el diseño de políticas públicas y reformas constitucionales.
En cuanto a la coalición con el PRI, Romero ha dejado abierta la posibilidad de «pausar» el acuerdo para competir en próximas elecciones, argumentando que quizá sea momento de que el PAN explore una participación independiente en las urnas. No obstante, la continuidad de la alianza en el Congreso parece viable como un “bloque de contención”. Este posicionamiento podría ser clave para evitar que Morena avance sin obstáculos en temas de relevancia nacional.
RETO INTERNO
El nuevo dirigente también se enfrenta a un reto interno: revitalizar al PAN ante una militancia cada vez más apática. La participación en la elección interna fue apenas del 45%, lo cual refleja el descontento y la necesidad de renovación que exigen sus propios miembros. Romero ha sugerido cambios en las reglas internas para prevenir situaciones como las de su antecesor, Marko Cortés, quien aseguró una candidatura al Senado mientras dirigía el partido. El PAN, que logró ganar solo una de las nueve gubernaturas en juego en los últimos comicios, debe responder al escepticismo de sus simpatizantes y demostrar su capacidad de ser una alternativa real y competitiva.
Romero tiene ante sí la difícil tarea de revivir al principal partido conservador de México y evitar que su rol se limite al de un actor marginal en la política nacional. Su liderazgo pondrá a prueba su habilidad para consolidar un PAN unido y atractivo para el electorado, que reclama un cambio genuino en la oposición.
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