- Guerra del Cártel de Sinaloa deja un rastro de sangre en Culiacán.
- En las últimas dos semanas ha habido tantos homicidios como en las cinco semanas anteriores.
- La Carretera México 15 se convirtió en uno de los puntos rojos.
El conflicto entre los aliados de Ismael «El Mayo» Zambada y «Los Chapitos» desata una ola de violencia en el estado, dejando decenas de muertos y desaparecidos.
Una patrulla del Ejército encontró los cuerpos de dos hombres en la colonia El Barrio, en el oriente de Culiacán, el martes por la mañana. Ambos cadáveres presentaban signos de tortura y estaban envueltos en cobijas. Encima de ellos, se colocaron carros de juguete y una bandeja de plástico, un macabro mensaje que ha conmocionado a la comunidad. Solo dos días antes, se descubrieron cinco personas asesinadas, todas con las manos atadas y pequeños sombreros en la cabeza, a lo largo de la Carretera México 15, una vía que se ha convertido en un epicentro de la violencia en Sinaloa.
Desde el 9 de septiembre, la pugna entre los seguidores de Ismael «El Mayo» Zambada y los hijos de Joaquín «El Chapo» Guzmán ha transformado al estado en una zona de guerra. Esta fractura interna del Cártel de Sinaloa ha provocado al menos 53 homicidios violentos, además de numerosos desaparecidos y heridos. La población, en medio de esta tormenta de violencia, no puede prever cuándo acabará el conflicto.
De acuerdo con los datos recopilados por las autoridades, en las últimas dos semanas ha habido tantos homicidios como en las cinco semanas anteriores, y tres de cada cuatro víctimas han sido asesinadas en Culiacán y sus alrededores. La violencia, sin embargo, se ha extendido más allá de la capital del estado, con reportes de homicidios a más de 200 kilómetros de distancia entre los puntos más alejados.
La traición que encendió la guerra
El 25 de julio marcó el punto de inflexión para la violencia en Sinaloa. Ese día, «El Mayo» Zambada, un capo que había evitado la prisión durante más de cinco décadas, fue capturado en Nuevo México, Estados Unidos. Según una carta publicada por el propio Zambada, fue traicionado por Joaquín Guzmán López, alias «El Güero», hijo de «El Chapo», quien lo entregó a las autoridades estadounidenses.
A pesar de la captura, no fue hasta el 29 de agosto que las tensiones comenzaron a aumentar, cuando civiles armados atacaron a una patrulla militar en Jesús María, un territorio controlado por «Los Chapitos«. Este ataque revivió los temores de un nuevo «Culiacanazo», similar a los episodios de violencia extrema que siguieron a los operativos para capturar a Ovidio Guzmán en 2019 y 2023.
El inicio de la guerra
El 9 de septiembre, un tiroteo entre civiles y militares en la colonia La Campiña, en el oriente de Culiacán, marcó el comienzo de la guerra abierta. A partir de ese día, los ataques se intensificaron. En menos de una semana, se registraron 13 agresiones contra las fuerzas federales, dejando un saldo de dos militares muertos y nueve heridos. Mientras tanto, los civiles atrapados en el fuego cruzado también sufrieron las consecuencias, con más de 30 muertos en la primera semana de enfrentamientos.
La escalada de violencia
En los días siguientes, la violencia continuó escalando. La Carretera México 15 se convirtió en uno de los puntos rojos, con asesinatos brutales y narcobloqueos que paralizaron la circulación. En la zona sur de Culiacán, conocida como La Costerita, se encontraron cuerpos decapitados y mutilados, lo que evidencia la brutalidad de la guerra.
A pesar de los refuerzos militares enviados al estado, con más de 2,200 elementos adicionales, la violencia persiste. Los esfuerzos por contener el conflicto han sido insuficientes, y las autoridades han reconocido la magnitud del desafío. Jesús Leana, comandante de la tercera región militar, admitió que el fin de la violencia «no depende de nosotros, depende de los grupos antagónicos».
Un conflicto sin final a la vista
La situación en Sinaloa ha llegado a un punto crítico, y las autoridades locales y federales enfrentan crecientes críticas por su manejo del conflicto. Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en que el estado no está «fuera de control», la realidad en las calles cuenta otra historia. Las facciones en guerra, armadas hasta los dientes, siguen imponiendo su ley en amplias zonas del estado.
La guerra entre «El Mayo» y «Los Chapitos» no solo ha dejado un rastro de muerte, sino que también ha generado un ambiente de miedo e incertidumbre entre la población. Mientras las facciones criminales sigan luchando por el control del cártel, el horizonte de paz parece cada vez más lejano para los habitantes de Sinaloa.
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