- Designar a cárteles como terroristas no detiene tráfico: Sheinbaum.
- Informó que su gobierno ya trabaja en un análisis jurídico para evaluar las posibles repercusiones de esta designación.
- Esta designación permitiría a las autoridades estadounidenses implementar medidas más agresivas.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca trajo consigo una orden ejecutiva que ha encendido un intenso debate en Estados Unidos y México: la designación de los cárteles de drogas como organizaciones terroristas extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés).
Esta controvertida medida tiene como objetivo combatir el narcotráfico y la violencia, pero su efectividad y las implicaciones para las relaciones bilaterales están en el centro de la discusión.
La postura de México ante la designación
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo expresó su rechazo a esta decisión, argumentando que “declarar a los cárteles como terroristas no ayuda a evitar el tráfico de armas ni el consumo de fentanilo”, problemas que considera fundamentales en la lucha contra el crimen organizado.
Durante su conferencia del 24 de enero, Sheinbaum informó que su gobierno ya trabaja en un análisis jurídico para evaluar las posibles repercusiones de esta designación, tanto económicas como sociales.
“Estamos revisando qué implicaciones podría tener para organizaciones no vinculadas con el narcotráfico, pero que podrían verse afectadas, y plantearemos a Estados Unidos un esquema de colaboración conjunta”, explicó la mandataria.
Sheinbaum subrayó que México mantiene una estrategia integral que aborda no solo el tráfico de drogas, sino también el consumo de fentanilo como un problema de salud pública. Según afirmó, esta estrategia prioriza la colaboración binacional y busca atacar las causas estructurales de la problemática.
¿Qué implica declarar terroristas a los cárteles?
La orden ejecutiva de Trump describe a los cárteles como una amenaza que va más allá del crimen organizado, destacando tres puntos clave:
- Desestabilización regional: Los cárteles generan violencia y terror que afectan la seguridad de Estados Unidos y otras naciones del hemisferio.
- Control cuasi gubernamental: En algunas zonas de México, estos grupos operan como autoridades de facto.
- Riesgo para la seguridad nacional: Sus actividades trascienden fronteras, inundando Estados Unidos con drogas y armas, mientras promueven la violencia a través de pandillas.
Esta designación permitiría a las autoridades estadounidenses implementar medidas más agresivas, como el congelamiento de activos y la persecución de colaboradores financieros. Además, abre la posibilidad de acciones militares, una perspectiva que ha generado preocupación en México por la amenaza a su soberanía.
¿Es esta medida la solución?
Claudia Sheinbaum destacó que la designación no resuelve los problemas fundamentales relacionados con el narcotráfico:
- Tráfico de armas: México ha denunciado reiteradamente que gran parte del armamento utilizado por los cárteles proviene de Estados Unidos.
- Consumo de fentanilo: La crisis por esta droga en Estados Unidos requiere un enfoque de salud pública, más allá de medidas punitivas.
- Impacto económico: Declarar a los cárteles como terroristas podría generar incertidumbre económica, afectando incluso a organizaciones no relacionadas.
Sheinbaum insistió en la necesidad de una colaboración binacional estratégica, en lugar de decisiones unilaterales que podrían tensar aún más las relaciones diplomáticas.
Un debate abierto
La propuesta de Trump no solo marca un precedente histórico al equiparar a grupos criminales con organizaciones terroristas, sino que también plantea preocupaciones sobre sus implicaciones económicas y políticas.
Por su parte, México aboga por una respuesta integral que incluya:
- Control fronterizo: Combatir el tráfico de armas y drogas desde ambos lados de la frontera.
- Atención al consumo: Abordar la crisis del fentanilo como un problema de salud pública.
- Colaboración bilateral: Diseñar estrategias conjuntas que ataquen las raíces del problema y protejan la soberanía de ambos países.
La designación de los cárteles como organizaciones terroristas deja abierta una pregunta clave: ¿es esta medida una solución efectiva o un paso que complicará aún más la lucha contra el narcotráfico?
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