- Calles de la 4T: Cambiar nombres sin transformar realidades.
- El cambio de nombres, lejos de generar consenso, ha desatado críticas y risas entre los habitantes.
- Los nuevos nombres de las calles, con placas guinda que homenajean programas como «Jóvenes Construyendo el Futuro».
En la colonia El Paraje, ahora rebautizada como Cuarta Transformación, los vecinos enfrentan una paradoja que retrata las prioridades del gobierno municipal de Tultitlán, Estado de México. Mientras calles sin pavimentar, drenajes improvisados y cables colgantes evidencian el abandono histórico de la zona, la presidenta municipal Ana Castro, de Morena, ha apostado por renombrar las calles para ensalzar políticas implementadas durante el mandato del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Calles como «Pirules» ahora se llaman «Soberanía Energética», y un empinado pasaje lleno de barro lleva el nombre de «Internet para Todos». Sin embargo, la transformación es puramente nominal. «Aquí nada ha cambiado», afirma Alan Meneses, vecino de la zona, mientras carga un pesado cilindro de gas.
Decisiones cuestionables y malestar vecinal
El cambio de nombres, lejos de generar consenso, ha desatado críticas y risas entre los habitantes. “¿Cuánto me va a costar cambiar los papeles en el notario?”, se pregunta César, otro vecino, quien califica la medida de “capricho”. Aunque algunos nombres polémicos, como «Me canso ganso» y «Acúsalo con tu mamá», han desaparecido, el malestar persiste.
Ana Castro defiende su decisión argumentando que es más vergonzoso tener calles con nombres como Díaz Ordaz, en alusión al expresidente señalado por la masacre de Tlatelolco en 1968. No obstante, los habitantes lamentan que problemas urgentes como el pavimento, el alumbrado o el acceso a servicios básicos sigan siendo ignorados.
Historia de olvido y promesas incumplidas
Tultitlán no es un caso aislado. Desde los años noventa, esta zona ha sido testigo de un desfile de alcaldes que prometen mejoras, pero los avances son mínimos.
«El drenaje lo pusimos nosotros, y tenemos una toma de agua para 20 personas», señala Alfredo Zúñiga, quien, como otros vecinos, ha aprendido a no confiar en las promesas electorales.
Los nuevos nombres de las calles, con placas guinda que homenajean programas como «Jóvenes Construyendo el Futuro» o «Sembrando Vida», recuerdan a los habitantes que, en México, los cambios de nombre son una constante que rara vez trae consigo una transformación real.

Más de lo mismo
Tultitlán no es el único lugar donde las calles han servido de tributo a políticos y eslóganes gubernamentales. En la Ciudad de México, la colonia conocida como «La Reno» ha cambiado de nombre varias veces, reflejando las prioridades de cada administración, aunque su realidad sigue siendo la misma.
En Cuarta Transformación, la historia se repite. Las placas nuevas contrastan con la pobreza y la inseguridad del barrio, donde las rejas, los coches robados y las calles valladas para protegerse por la noche son parte del día a día.
Mientras tanto, la alcaldesa prioriza «cambiar el estado de las cosas» a través de nombres, dejando intacta la necesidad de verdaderas transformaciones.
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