- Caída de ‘El Mayo’: golpe al Cártel de Sinaloa y al fentanilo.
- El Cártel de Sinaloa se encuentra dividido en cuatro facciones.
- Aureliano Guzmán y su facción, que operan en el Triángulo Dorado.
La reciente detención de Ismael «El Mayo» Zambada, conocido como «El Capo de Capos», marca un hito significativo en la lucha contra el Cártel de Sinaloa, una de las organizaciones criminales más poderosas de México. Este arresto se produce en un contexto de intensificación de la cacería por parte de las autoridades estadounidenses, que desde hace año y medio han centrado sus esfuerzos en combatir el tráfico de fentanilo.
Zambada, que nunca había pisado una prisión, fue arrestado este jueves, un hecho que desestabiliza la estructura del cártel que ha operado en el país desde los años ochenta.
El Cártel de Sinaloa se encuentra dividido en cuatro facciones: la liderada por El Mayo, otra por los hijos de Joaquín «El Chapo» Guzmán, una tercera bajo el mando de Aureliano Guzmán, alias «El Guano», y una última conocida como el Cártel de Caborca, encabezada por Rafael Caro Quintero. Con la detención de Zambada, la facción que él lideraba se queda huérfana de liderazgo, lo que genera incertidumbre sobre el futuro del cártel.
Desde la captura de El Chapo en 2016, el Cártel de Sinaloa ha enfrentado una serie de persecuciones y detenciones. A pesar de estas adversidades, la organización continúa luchando por el control del territorio mexicano, una guerra que ha dejado un rastro de violencia a lo largo del país. El último informe de la Administración de Control de Drogas (DEA) menciona que el cártel ha perdido un liderazgo unificado, describiendo su estructura como una unión de facciones independientes que cooperan en el tráfico de drogas.
Las recientes detenciones de los hijos de El Chapo, incluyendo a Ovidio y Joaquín Guzmán López, han dejado a Los Chapitos en una posición vulnerable. Con su arresto, El Mayo, que había mantenido el liderazgo durante tres décadas, se encontraba debilitado por problemas de salud y enfrentaba acusaciones por tráfico de fentanilo en un tribunal de Nueva York.
Mientras tanto, Aureliano Guzmán y su facción, que operan en el Triángulo Dorado, también están bajo presión. La captura de su jefe de seguridad en Durango señala que, a pesar de sus esfuerzos por mantenerse en la clandestinidad, su influencia se ve amenazada. Por otro lado, el Cártel de Caborca, que había sido dirigido por Caro Quintero, sigue lidiando con complicaciones legales y extradiciones.
La guerra contra el fentanilo ha elevado la importancia de desmantelar a estas organizaciones, consideradas responsables de la crisis de drogas más grave en la historia de Estados Unidos. La DEA ha intensificado su enfoque, resultando en varias detenciones que han debilitado la estructura del cártel. Sin embargo, como es habitual en estos casos, cada captura genera un reacomodo interno que reconfigura el panorama del narcotráfico en México.
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