- Impacto del cambio climático en Durango y Coahuila.
- La problemática se agrava cuando los agricultores intentan compensar la baja productividad incrementando las áreas de cultivo.
- Nuevamente en el discurso político se plantea el comienzo de la tecnificación del riego agrícola.
El cambio climático en Durango y Coahuila se manifiesta en los incendios, en la carencia de agua y en el aumento o descenso repentino de la temperatura.
Ignacio Sánchez Cohen es un experto colaborador del Centro Nacional de Investigación Disciplinaria en Relación Agua-Suelo-Planta-Atmósfera (CENID-RASPA). Sus estudios se enfocan en el manejo integral del agua y en el diseño de modelos que permiten optimizar el recurso en el sector agropecuario.
El estudioso resalta lo que debería preocupar a los norteños: la temperatura mínima en la región lagunera, en los recientes 35 años, ha aumentado 0.8 grados centígrados. “Si consideramos que a nivel mundial en los últimos trescientos años el incremento ronda entre 1.5 y 2.5 grados centígrados, podremos dimensionar el problema”.
Tal vez esta expresión quede más clara si consideramos que la temperatura media en la superficie del planeta aumentó 0.41 grados centígrados durante el periodo de 1961 a 1990, de acuerdo a las cifras de la Organización Mundial de la Meteorología; en la región el aumento es de 0.8 grados…
AUMENTO DE TEMPERATURA
El aumento de temperatura se detecta en cultivos como el algodón. “Hay una merma en cantidad y calidad de la fibra debido a las altas temperaturas” declara Sánchez Cohen, y explica: las plantas para alcanzar su periodo vegetativo y producir deben acumular durante la noche horas calor en determinado tiempo, así lo estipula su genética. En la actualidad esta acumulación ocurre en un lapso mucho menor, por lo que la bellota abre antes de que haya producido la suficiente fibra.
“El incremento de la temperatura causa modificaciones en la genética de las especies, esto afectará la productividad y rentabilidad, y los cultivos tendrán que migrar a otras partes”, sentencia el experto.
La problemática se agrava cuando los agricultores intentan compensar la baja productividad incrementando las áreas de cultivo, el uso de fertilizantes nitrogenados y el volumen de agua para riego, el recurso más lastimado en este periodo de incertidumbre climática.
IMPACTO EN LA ECONOMÍA DE LOS SECTORES RURALES
La vacilación ambiental impacta en la economía de los sectores rurales, como ocurrió en el ejido Alto de Palomillo, en el municipio de Viesca, Coahuila, ejemplo de lo que pasa en el resto del campo local.
Crispín Castillo Flores tiene más de sesenta años viviendo en aquel territorio ubicado cincuenta kilómetros al sureste de Torreón. Su cabello abundante y plateado lo protege con una tejana y su piel blanca con una camisa delgada de manga larga.
“Alto de Palomillo ha cambiado muncho. Era muy verde y llovía muncho. Había veces que duraba el agua quince días, a lluvia y lluvia y lluvia, y la tierra mojada y verdecita por arriba… así era antes. Todo estaba verde. Los mogotes se miraban verdes, verdes, floreados, como el chaparro rosa blanca, ¡bonito! Pero se fue acabando poco a poquito”.
-¿Hace cuántos años habrá notado que dejó de llover?
-Que se negó de a tiro el agua, hace como veinte años, que se notó que ya no llovió.
“No ve que yo sembraba de temporal. Sembraba maíz, frijol, caña, y etcétera, etcétera, y se daban mis cosechas porque al agua caía puntual. Ya después duré diez años sembrando y no levanté absolutamente nada, llovía un aguacerito y ya no caía otro; caía, pero la planta no lo alcanzaba y se secaba, y dejé de sembrar”.
-Cuando sembraba ¿cuáles eran las épocas de lluvia?
-Empezaban desde abril, o desde mayo hasta octubre y noviembre. En ese tiempo hasta aguanieves caían, pero se acabó todo. Sembrábamos trigo, también de temporal, aprovechando las aguanieves. Con los hielitos que caían hasta parecía una lechuga el triguito, pero ya no hay tierras de temporal, de nada sirve que las siembren.
En esta región se han secado paulatinamente de quince a veinte norias que había en El Tejaban de la Rosita (“¡Un pueblo grandísimo donde había muncho trabajo!”) y han quedado sin habitantes poblados como El Taconazo, Boquillas, Manantialito, La Alianza, El Caracol, El Seis… a sus alrededores, por el contrario, las pequeñas propiedades resaltan por las grandes extensiones sembradas con maíz forrajero y alfalfa, uno de los cultivos que más agua consumen.
Revalorar la vocación de La Laguna
¿Vale la pena ser la principal cuenca lechera del país?
El arsénico y el abatimiento del acuífero en la Comarca Lagunera son síntomas de una enfermedad que habría que evaluar en tres ámbitos: social, económico y ambiental.
En la región el promedio de hectáreas sembradas es de 110 mil 400 que son regadas con agua de pozo. El consumo es de 40 mil 817 litros por segundo de agua, y la capacidad de recarga del acuífero es de 16 mil 454 litros por segundo, es decir, hay una sobreexplotación de 24 mil 362 litros por segundo, de acuerdo a las cifras oficiales de la Comisión Nacional del Agua.
¿Qué significa esto? Que la sobreexplotación en La Laguna es igual a cinco veces la dotación de todo Coahuila; es igual al setenta por ciento del abasto necesario para el Distrito Federal. Si se buscara un equilibrio se debería regar únicamente con agua de la recarga, lo que significaría cancelar la producción de 65 mil 800 hectáreas de riego. Esto habla de la necesidad de revalorar la vocación de la comarca.
Se sabe que un litro de agua por segundo se utiliza para regar una hectárea de alfalfa; para ahorrar los 24 mil litros excedentes se tendrían que cancelar 24 mil hectáreas de forraje.
¿Cuánto le pagan a un campesino por rentar una hectárea con todo y derechos de agua? ¿Cinco mil pesos? Entonces el problema es de 120 millones de pesos. El problema se puede dimensionar. ¿Hasta cuánto puede llegar la cifra? ¿Quinientos millones de pesos? Es mucho menos que el presupuesto de Torreón, o de Coahuila.
Y otra vez, ¿Qué significa esto? Si esta objeción la planteamos de manera adecuada, la respuesta salta de inmediato: ¿Cumplen los agricultores con la ley en el manejo del agua? La respuesta es simple: No.
Nuevamente en el discurso político se plantea el comienzo de la tecnificación del riego agrícola, está por verse que aterrice en el campo esta intención.
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