En el fervor del Día de San Valentín, los enamorados despliegan sus mejores gestos de amor y devoción, desde flores y cartas hasta serenatas bajo la luna. Sin embargo, para algunos, estas muestras de afecto no son suficientes y recurren a métodos más oscuros, como la brujería y los amarres. En México, tierra de simbolismo y realismo mágico, el colibrí, símbolo de buen augurio, ha caído víctima de una práctica desgarradora en nombre del amor.
La tradición macabra implica la captura y preparación del diminuto colibrí, que luego se lleva como amuleto en el bolsillo, con la promesa de garantizar el afecto eterno del ser amado. Sin embargo, esta práctica ha tenido un impacto devastador en las poblaciones de estas aves, poniendo en peligro la existencia de muchas especies. Según datos alarmantes de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, se estima que 39 de las 57 especies de colibríes en México están en riesgo de extinción debido a esta actividad.
A pesar de su papel crucial como polinizadores y su importancia en la biodiversidad, los colibríes han sido objeto de explotación y superstición desde tiempos prehispánicos. Su plumaje iridiscente y su vuelo ágil han sido interpretados como signos de buena suerte, lo que ha contribuido a su explotación desmedida.
Expertos en conservación, como María del Coro Arizmendi y Humberto Berlanga, advierten sobre la gravedad de la situación. En su libro «Colibríes de México y Norteamérica», describen cómo la falta de regulación en el comercio de estas aves amenaza su supervivencia, incluso aquellas que son endémicas y solo pueden habitar en áreas específicas.
El amor, tan asociado a la magia y la felicidad, no justifica la crueldad hacia seres vivos inocentes. Privar a los colibríes de su vida y utilizarlos en rituales cuestionables es un acto despiadado que va en contra de los principios básicos de respeto hacia la naturaleza y la vida misma. En un día dedicado al amor, recordemos también la importancia de amar y respetar a todas las formas de vida que comparten nuestro mundo.
0 comentarios