Entre el lodo y el abandono: Poza Rica se levanta sola tras la devastación del río Cazones

por | 15/10/2025

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  • Entre el lodo y el abandono: Poza Rica.
  • Cuatro días después del desbordamiento del Cazones, los habitantes de Veracruz aún esperan ayuda oficial.
  • Sin luz, con el lodo hasta las rodillas y el olor a descomposición en el aire, la desesperación y el enojo crecen.

“¡Ya hay luz, ya hay luz!”, gritan con euforia los vecinos de la colonia Ignacio de la Llave, en Poza Rica, Veracruz. Es martes, han pasado cuatro días desde que el río Cazones se desbordó con fuerza devastadora y, por primera vez desde entonces, algunos sectores comienzan a recuperar la electricidad. Los habitantes corren a enchufar teléfonos y los pocos aparatos que sobrevivieron al agua, que subió hasta cuatro metros y arrasó con todo a su paso. Las paredes siguen húmedas, el lodo llega a las rodillas y el olor a descomposición de animales se mezcla con el calor. La ayuda —coinciden los vecinos— llegó tarde.

Las botas de hule, escobas y palas son ahora parte del uniforme diario. Las escenas se repiten en todas las calles: familias enteras sacan colchones, lavadoras y muebles convertidos en montones de barro. Por las carreteras avanza un convoy con víveres y agua, procedente de Ciudad de México, pero los habitantes aseguran que los apoyos no se distribuyen donde más se necesitan.

Mientras en Puebla las autoridades trabajan coordinadas con el Ejército y Protección Civil, en Poza Rica —un municipio de casi 190 mil habitantes— la organización es escasa. Durante un recorrido por la zona, el personal militar y de rescate se veía disperso o ausente.

“Ya es el cuarto día y no llegan o están por poco tiempo. Hay muchísimo trabajo, necesitamos ayuda urgente”, dice Roberto, de 64 años.

El descontento estalló contra las autoridades. La presidenta Claudia Sheinbaum fue recibida con gritos y reclamos durante su visita del domingo, mientras que la gobernadora Rocío Nahle provocó indignación al minimizar la tragedia como “un ligero desbordamiento”. Los pobladores también denuncian la falta de advertencias previas y un plan de emergencia. Nadie sabe con certeza cuántas personas murieron o qué pasará con las viviendas destruidas.

El caos domina las calles principales: sin semáforos, sin transporte público y con negocios cerrados o saqueados. “La rapiña empezó rápido”, cuenta Roberto. “Nos quedamos para cuidar, aunque ya no queda nada que robar”.

La única ayuda constante, aseguran los vecinos, ha llegado de la Cruz Roja y de voluntarios independientes. Uno de los más mencionados es Yulay, un youtuber con más de siete millones de seguidores que llegó con camiones llenos de víveres y agua. En redes sociales denunció que el gobierno le negó el paso a ciertas zonas. Cuestionada al respecto, Sheinbaum respondió que “el pueblo de México es generoso” y aseguró que su administración trabaja “con transparencia” en la distribución de apoyos.

Por instrucción presidencial, la Secretaría de Economía formó un grupo encabezado por Marcelo Ebrard para coordinar donaciones del sector privado y diseñar programas de reactivación económica para las regiones afectadas.

Atrapados en Álamo Temapache

A 55 kilómetros de Poza Rica, el municipio de Álamo Temapache enfrenta una situación aún más crítica. Las lluvias dejaron incomunicadas a decenas de comunidades. Las casas están cubiertas de lodo, los caminos bloqueados por derrumbes y los vecinos llevan cinco días sin ayuda.

“Empieza a llover y pensamos que va a volver a pasar. No sabemos qué esperar”, cuenta una mujer que perdió su casa la noche del jueves, cuando el agua arrasó su calle. Una caravana de la Cruz Roja avanza con dificultad hacia la zona, repartiendo alimentos, agua y artículos de limpieza.
“Muchos de nuestros propios voluntarios también perdieron sus casas”, relata Gabriel López, encargado de la operación de inundaciones. “Aun así seguimos entregando ayuda, aunque el cansancio y la falta de acceso complican todo”.

Solidaridad entre el desastre

Eran las cinco de la mañana cuando Alejandro Olarte decidió salir de su casa en Poza Rica. Las advertencias sobre el río crecían en redes, pero nadie sabía qué tan grave era. Despertó a su madre y huyó minutos antes de que el agua alcanzara su puerta. Hoy observa los restos de lo que fue su tienda.
“No me considero un héroe”, dice, aunque fue él quien alertó a los vecinos y ayudó a subir a varios al techo. Como en tantos desastres en México, son los propios afectados quienes lideran las tareas de rescate y limpieza, mientras el Estado llega tarde.
“Solo entre nosotros sabemos lo que estamos sufriendo”, dice Jorge, desde Álamo. “Aquí ya no preguntamos ‘¿cómo estás?’… solo decimos ánimo”.

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